domingo, 3 de junio de 2012


Mi profesión:

                       


Mis alumnos:


Los alumnos son agua fresca, manantial de vida, arroyo de esperanza, laguna serena; otros agua de cascadas de poderosa energía, saltos de dichas y confianzas, torrentes de emociones; lluvia suave de invierno que humedece el alma.; charcos solitarios que chapotean el corazón, granizo primaveral.
Algunos son como tierra firme, sensata, serena arraigada a la realidad, fina arena del desierto, fértil campo de trigo, de maíz... de querer; de huertos frutales con anhelados sueños; de roca con ansias de vivir.
Están los que son como el aire, con horizontes abiertos, con sentimientos con alas, con ganas de libertad. los de viento huracanado que arrastran con todo y, los de brisa suave, leales y compañeros que despiertan con una sonrisa de amor.
Por supuesto los hay de fuego, llameantes caricias, brazas desatadas, lumbre que da luz y vida, que de noche iluminan, cálidas miradas que tienen magia.
Son muchos y son uno... agua, tierra, aire, fuego... elementos que fluyen en existencias.
Que en parte hacen lo que soy, una maestra con alma amante


Isabel Cadús




Un profesor sin esperanza navega perdido por los mares de la educación.









sábado, 2 de junio de 2012



           ¿Para qué sirve un cuento?

Los cuentos tienen, para los niños, la misma seriedad  y verdad del juego: Les sirve para esforzarse, para conocerse, para medirse... por ejemplo, con el miedo. Si su madre o su padre le explica el cuento de Pulgarcito, abandonado en el bosque con sus hermanitos, el niño no teme que a él le pase lo mismo y puede centrar toda su atención en la astucia del minúsculo héroe. Aunque aparezca en el cuento un monstruo horrible, o el lobo feroz, la voz maternal, en la paz y en la seguridad de su casa, le permite al niño incluso "jugar a tener miedo". En estas circunstancias sería suficiente lanzar una zapatilla para alejar al lobo.
(Gianni Rodari)



          


¿PARA QUÉ CONTAR O LEER CUENTOS A LOS NIÑOS?
Pepe López / Jueves, 20 de noviembre de 2008        Cuando un padre o una madre narra un cuento o le canta una canción a su hijo está realizando un acto de amor. En esos momentos le está diciendo lo importante quees para él, ya que le dedica un tiempo de calidad y, a la vez, le está regalando palabras con ritmo y con corazón. (Las palabras de loscuentos sirven para alimentar el alma de losniños y, cuando los escuchan, si les gustan, se quedan con la boca abierta para que vayan entrando por ella palabras llenas de magia quenutren su espíritu).         Lo más gratificante para el padre, la madre opara el maestro es que, una vez que haya terminado de contar un cuento, el niño diga: “Otra vez”. Si un cuento no se merece el “otra vez”, indica que algo ha fallado en dicho cuento.
         Los cuentos abren las puertas de la imaginación, de lo mágico, pues en ellos todo resulta posible: los animales pueden hablar, aparecen palabras mágicas para abrir puertas, y losniños descubren que existe besos para despertar a la vida. También les sirven los cuentos alos niños para darse cuenta que en cada uno de nosotros “viven” numerosos personajes. Por tanto, en la medida en que conozcan y se manejen con más roles aumentará su capacidadpara desenvolverse mejor en el plano social.
        Los cuentos presentan mucha información, pues hablan de geografía (montes, ríos, valles...), de historia, de matemáticas; también dicen lo que les ha ocurrido a otros para quelos niños estén atentos y sepan que eso puede pasarles a ellos; o muestran que en la vida se van presentando problemas y que con habilidad, constancia y lucha se pueden ir resolviendo.
        Estará bien elegir las lecturas buscando que orienten en la solución de problemas y conflictos internos y, por consiguiente, que no creen nuevas dificultades a los niños. Por tanto, los personajes que aparezcan en los cuentos necesitan tener unos valores y mantener una coherencia, que les sirvan a los niños de referente y les ayude a construir una personalidad equilibrada. Y los padres y el profesorado estarán atentos para canalizar las preguntas y emociones (miedo, tristeza, incertidumbre...) que se despierten en los niños con la lectura.




¿Para que sirven los cuentos?



Cuenta un eminente antropólogo que cuando el hombre y la mujer aprendían a ser humanos sucedió algo que cambiaría el destino de una especie muy mal equipada para sobrevivir frente a otras especies mejor adaptadas a un medio donde lo que permitía la supervivencia era la fuerza. Y es que un día, en la hoguera paleolítica, un hombre, quizá una mujer, tomó la palabra y contó un cuento, uno de esos cuentos que hoy llamamos «populares» porque son del pueblo, es decir, de todos. Y esos cuentos cuentan todos lo mismo: que quien es capaz de ponerse en camino ante un conflicto recibe siempre la ayuda de alguien y, si se deja ayudar, consigue resolver el conflicto que lo había puesto en camino, y llega a ser rey, es decir: soberano de su vida.
Gracias a estos cuentos que consideran que el otro no es quien te hiere o quien te mata, sino quien te ayuda, que transmiten la confianza en el otro, el ser humano comenzó a confiar en el otro ser humano, y gracias a esta confianza los hombres, quizá también las mujeres, comenzaron a cazar juntos, y la fuerza del individuo se unió a la fuerza del otro individuo en la fuerza de la colectividad, y gracias a esta fuerza de lo colectivo el ser humano consiguió sobrevivir como especie. Sobrevivió el ser humano y también los cuentos, y se extendieron por todo el mundo para demostrarnos que lo que nos caracteriza como humanos no tiene fronteras, es universal, como los motivos folclóricos que sujetan, como un esqueleto, el cuerpo de los cuentos. Sobrevivieron también los narradores que prestan su mirada, su voz, su piel y su aliento a esos cuentos que llegan desde la noche de los tiempos a recordarnos que no estamos solos porque los que nos encontramos en el camino están ahí para ayudarnos a ser soberanos. ¿Para qué sirven los cuentos? Para vivir.
Ana Griot